Participación en el X Coloquio de Estudios Regionales y Culturales (Universidad Autónoma de Chipas)

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Pues sí, visité Tuxtla Gutiérrez con un objetivo: asistir al examen mediante el cual Francisco Gabriel Ruiz Sosa obtendría el grado de Maestro en Estudios Culturales, en la Universidad Autónoma de Chiapas. Tuve el orgullo de ser codirectora de su tesis, dedicada a examinar la representación del cuerpo femenino en narraciones de Ángeles Mastretta, Laura Esquivel y Ana Clavel. Estupenda defensa, sólida, argumentada, clara. El maestro Ruiz obtuvo la Mención Honorífica que se veía venir desde que me buscó para invitarme a formar parte de su equipo de lectoras: siempre acucioso, atento, comprometido con su investigación. Una de las muchas ventajas de ejercer la docencia consiste en que una puede conocer gente así.

Su examen, por formó parte del X Coloquio de Estudios Culturales y Regionales convocado por el Doctorado en Estudios Regionales de la UACH. Las y los organizadores tuvieron la gentileza de invitarme a presentar el libro electrónico Narrativas escolares como constructoras de sentido y significado, compilación de textos elaborados por estudiantes de secundarias chiapanecas . Comparto aquí la reseña que elaboré a propósito de aquello:

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Espinosa Torres, I. (2014): Narrativas escolares como constructoras de sentido y significado. Re-pensar-nos, re-hacer-nos y re-organizar-nos desde las voces de los estudiantes. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: Universidad Autónoma de Chiapas, Facultad de Humanidades, Programa Integral de Fortalecimiento Institucional, 240 pp.

 

Lo primero que llama mi atención al hojear el volumen electrónico Narrativas escolares como constructoras de sentido y significado, es su vocación inclusiva. En efecto, como indica en la “Presentación” el maestro Iván de Jesús Espinosa Torres, el libro

es resultado del primer concurso de narrativas en escuelas telesecundarias [denominado] “Vamos a contar historias”, promovido en enero de 2014 por el proyecto de investigación en curso Experiencias significativas en la relación docente-comunidad en escuelas telesecundarias de la región intercultural HUSANCHA.

Y digo que su perspectiva es incluyente porque el subtítulo obliga al lector, a la lectora, a participar en el proceso que el proyecto de investigación, por un lado, y las y los estudiantes de telesecundaria, por otro, efectuaron. Así, “Re-pensar-nos, re-hacer-nos y re-organizar-nos desde las voces de los estudiantes”, no es sólo una extensión del título, sino una declaración de principios: en las páginas se nos invita a ver-nos desde la perspectiva ajena.

La perspectiva en cuestión, por lo demás, no es cualquiera. Es la de ciento veinte jóvenes de diez escuelas telesecundarias chiapanecas de raigambre intercultural. Y si eso ya suponía un corpus de interés tanto en lo relativo al corte generacional como en lo tocante a las especificidades regionales, el libro nos ofrece un atisbo a las repercusiones de la homogeneización educativa, que no distingue entre las muchas culturas y necesidades que habitan México, y les impone una sola perspectiva sin atender procesos particulares. Una de las repercusiones, desde luego, consiste en la forma como los autores de los textos negocian entre su realidad y lo establecido por el sistema donde se están formando como estudiantes.

¿Sobre qué escribe esa juventud silenciada en razón de su edad, de su situación socioeconómica y de su ubicación geográfica? ¿Qué de su proceso de aprendizaje les resulta lo suficientemente significativo como para contarlo, para compartirlo? Si atendemos lo expresado en el volumen en comento, las y los autores de los textos refieren el uso de su aprendizaje como motor de cambios en sus familias y comunidades. Lejos estamos de la memorización de datos sin sentido o de la repetición de fórmulas sin aplicación: quienes participaron en el proyecto, muestran cuán eficaz resulta una formación atenta al contexto y sus requerimientos.

¿Cómo se apropia un muchacho tsotsil de la historia de la Revolución Mexicana y del grito “¡Tierra y libertad!”?, ¿qué hace una muchacha mestiza con la historia del llamado “Descubrimiento de América”? ¿Cómo, desde su óptica, dan coherencia a hechos como aquellos? Claro está que cualquier mirada supone la adopción de una perspectiva; salvo que no siempre estamos conscientes de ello y asumimos como única posible la que cierto tipo de aprendizaje hegemónico nos ha enseñado. Por eso resulta tan refrescante el ejercicio de ver, con base en una estrategia claramente hermenéutica, desde los ojos de Otro; desde los ojos de quienes están haciendo de la telesecundaria un vehículo educativo viable, porque tratan de cargarlo de significado vinculándolo con el entorno.

Además de los ciento veinte textos narrativos que participaron en el concurso “Vamos a contar historias”, el volumen incluye testimonios de los dictaminadores. Entre otros, los de Karla Chacón y Guillermo Castillo, quienes opinan que los textos permiten reflexionar sobre la importancia de la docencia para estimular un conocimiento gozoso. Luis Ernesto Cruz, por su parte, enfatiza otro aspecto de interés: una cosa son las experiencias vividas y, otra, cómo las recordamos; es decir, lo que nos dan las narraciones no sólo es una serie de anécdotas comentadas, sino una interpretación creativa.

Lo mismo alertando sobre los peligros del consumo de drogas, como hace la estudiante Brenda Roberta Nájera; o expresando el cariño que Ana Karina Vázquez Culej y sus compañeros de clase profesan a su maestro, Daniel Chacón; o compartiendo, como Juan Alberto Hernández, el interés por conocer mediante entrevistas con sus familiares, la fundación de su pueblo, en las narraciones se da cuenta del día a día escolar, de nuevas formas de vinculación con los docentes y de la manera como los estudiantes invitan a sus parientes a involucrarse en tales procesos. Los textos, por lo demás –y pese a que fueron editados–, también son un termómetro de la asimilación del idioma español en comunidades donde no es la lengua materna.

Tras la lectura pienso que los materiales compilados pueden aprovecharse igualmente desde la perspectiva de género. ¿Qué temáticas interesan a las jóvenes?, ¿cuáles a los jóvenes? ¿El aprendizaje acercó a los varones con sus familias?, ¿modificó la percepción de las relaciones de pareja? ¿Hay alguna diferencia entre hombres y mujeres en esos y otros terrenos? Así de ricos en matices son los resultados del concurso que dio pie a la edición del libro.

En suma, como indica Iván Espinosa, coordinador del volumen, estamos ante “una esperanza que construye un discurso que va más allá del lenguaje fijado por la administración y el conformismo”. Un discurso donde es claro que el gozo sí puede acompañar al aprendizaje.

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